viernes, 25 de septiembre de 2009

Soria. Iglesia de San Nicolás.

Escondida pero no lejos de la Concatedral. Las ruinas de la iglesia de San Nicolás, todavía nos permiten formar una idea de su elegancia. Fue templo de nave única, orientado, con planta de cruz amplio presbiterio y corto transepto. A los pies del muro norte se adosó una rechoncha torre de la que persiste su base.
Se sitúa a unos doscientos metros al suroeste de la concatedral de San Pedro, entre las calle Real y Postas. Sus dimensiones fueros de 28,5 x 6,70 metros. Es obra de un momento avanzado del siglo XII. Hay constancia documental de que en 1858 se demolieron sus bóvedas por amenazar ruina. En 1908 se trasladó su portada oeste a la iglesia de San Juan de Rabanera; y en 1933 se desmontaron parte de sus muros por hallarse inestables. Fue durante esta fase cuando apareció la cripta del templo. Lo que se conserva es su planta, y buena parte del alzado del cilindro absidal, presbiterio y muro sur, el arranque de la torre y la capilla sur añadida, así como la planta de la cripta.






Soria se repobló, entrado ya el siglo XII, cuando se había alcanzado la plenitud del arte románico. Fue por tanto en este estilo arquitectónico en el que se ejecutaron las construcciones civiles y religiosas de la Villa. Componían su estructura urbana una serie de pequeños barrios o colaciones que tenían por núcleo aglutinante una parroquia. Llegó a haber hasta 35 colaciones, según se desprende del censo poblacional de 1270 elaborado por Alfonso X. Cada una de tales colaciones disponía de su propio templo cuya grandeza estaría en función del poder económico de las familias que la formaban. Se conocen las advocaciones de aquellas iglesias románicas parroquiales, muchas de ellas relacionadas con los lugares de procedencia de los repobladores que las levantaron, pero la mayoría han desaparecido. Por testamento de Alfonso el Batallador que legaba sus posesiones a las Órdenes Militares, inmediatamente después de su muerte acaecida en 1134 debieron asentarse en Soria los Caballeros del Temple y los Hospitalarios de San Juan: aquéllos en San Polo y éstos en San Juan del Duero. Así pues, la iglesia de San Juan de Duero -que no el claustro- y la de San Polo son las más primitivas de cuantas obras románicas perduran. Entre las que todavía podems ver, siguen cronológicamente las de San Pedro, Santa María la Mayor; antes San Gil, El Salvador, Santo Domingo y San Juan de Rabanera, todas ellas de la segunda mitad del siglo XII, y por fin, de inicios del siguiente siglo, la iglesia de San Nicolás y el claustro de San Juan de Duero.

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