viernes, 20 de mayo de 2011

Palacio de Buenavista. Madrid.

En 1769 los duques de Alba comenzaron a construirse este palacio sobre el solar que ocuparon las antiguas casas llamadas de Buenavista, de donde tomó el nombre, entre la calle de Alcalá y el Paseo de Recoletos. Se sabe que en 1782 dirigía las obras de este inmenso palacio de planta rectangular, rodeado por un extenso jardín, el arquitecto Juan Pedro Arnal, pero todavía se prolongaría su construcción hasta entrado el siglo XIX. Los duques de Alba murieron antes de poder habitarlo, pues las obras se retrasaron en repetidas ocasiones, sobre todo, por los dos incendios que se produjeron antes de su conclusión. Quien sí habitó una parte del palacio fue la nieta de los anteriores, la celebre duquesa de Alba que inmortalizara Goya, María Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo. La muerte de Cayetana en 1802 supuso que parte de sus bienes libres, no vinculados al mayorazgo de su casa, fueran heredados por algunos de sus criados. Así, este palacio pasó en primer lugar a manos de los médicos de la duquesa, para después adquirirlo el ayuntamiento con el fin de regalárselo a Manuel Godoy, primer ministro de la monarquía y del que se decía que su mano estaba detrás de la muerte de la duquesa de Alba para satisfacer a la reina María Luisa, su antagonista en el protagonismo social en la Corte. Tampoco Godoy pudo habitar el palacio, ya que al poco tiempo se produjo su caída política y el embargo de sus bienes a consecuencia de los sucesos ocasionados por el motín de Aranjuez en marzo de 1808. En 1816 el Estado adquirió el palacio y lo destinó a diversos usos, como Parque de Artillería, Museo Militar, e incluso como palacio residencial, primero del duque de la Victoria, Baldomero Espartero, mientras ejercía la presidencia de la regencia entre 1840 y 1843 y, en segundo lugar, del embajador turco Fuad Effendi. En 1847 fueron adquiridos unos terrenos colindantes al palacio, que habían constituido la antigua huerta del corregidor Juan Fernández y se le encargó al arquitecto José María Aparici la reforma y ampliación del edificio para darle definitivamente un uso militar. Al año siguiente se convirtió en la sede del Ministerio de la Guerra, del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, de la Junta Gubernativa del Montepío Militar y de la Auditoría de Guerra. De nuevo en 1869 se realizaron reformas, como la construcción de la verja metálica que cierra todo su perímetro y se amplió el complejo con dos cuartelillos anexos para albergar las Direcciones de Ingenieros, Artillería, Caballería e Infantería. Con estas reformas el palacio no perdió su antiguo carácter residencial, pues también sirvió de ada a ilustres militares como el general Prim, donde incluso murió después del atentado sufrido en la antigua calle del Turco -hoy del Marqués de Cubas- el 27 de diciembre de 1870. Actualmente alberga el Cuartel General del Ejército de Tierra.


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